Después de todo un verano, la niña se incorpora a las clases con cierta desgana debido a que ya no continuará con su querido y joven maestro, sino que, al pasar a Tercero de Primaria, su tutora será Doña Doña. Toda una institución sobre su pedestal a punto de jubilarse. Doña Doña tiene los ojos muy pequeños y entrecerrados. Con una nariz mezquina que parece estar apuntando siempre al centro de nuestro miedo. Desde el primer momento en que la niña vio a Dña. Dña. pensó que era una bruja (todo el día riñendo) y deseó volver a la clase de su anterior maestro, aunque sabía que no sería imposible.Hoy conocí a la maestra y sólo con mantener su mirada contuve el impulso de responder: ¡PRESENTE!. Sin preámbulos me comentó que la niña era un desastre. Vaga por naturaleza. Que estaba en la inopia y que ya, al segundo día de clase, sabía muy bien que no podría lograr nada.
(Prescindo relatar cual fue mi respuesta).
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