El niño "i" se aburre y por eso, insulta.
Le pegan y por eso, odia.
El niño "i" no quiere nadar y por eso, acude tres veces por semana a la piscina pública.
No hace los deberes y por eso, tampoco estudia.
El niño "i" se sienta el último en la clase y por eso, le llama el director.
Cuando habla, el resto se ríe y por eso, cuando él se ríe, el resto se enfada.
El niño "i" evita mirar a los ojos y por eso, se esconde en cualquier rincón.
Cuando no quiere escuchar, se escapa y por eso, cuando se escapa, le buscan.
El niño "i" no sabe porque se queda castigado sin recreo y por eso, no tiene amigos.
Colecciona cromos para ser respetado y por eso, negocia con ellos en el patio.
El niño "i" no recibe cartas y por eso, manda mensajes a través del correo electrónico.
Desobedece y por eso, quiere ser abrazado.
El niño "i" juega solo en casa y por eso, no entrena con sus compañeros.
No juega al fútbol como un campeón y por eso, los chicos no le respetan y las chicas no son sus novias.
El niño "i" pasa de todo y por eso, todo lo desea con la fuerza de un gigante.
Su padre cumple condena en la cárcel y por eso, su hijo se encarcela.
Está nervioso.
Mordisquea el bolígrafo.
Agota el rollo de celofán.
Agranda los agujeros.
Lee con voracidad novelas infantiles.
Inventa juegos.
Por eso,
siempre soñador,
siempre enfadado,
siempre en la madre,
siempre al borde de la risa,
siempre amenazado,
siempre en la ruptura,
siempre creciendo hacia una "i" mayúscula,
a menudo
inalcanzable.
jueves, 21 de febrero de 2008
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