Dejo de hablar y tan solo me quedo con este silencio. El que crece de la rama verde hasta el nuevo brote, o el que amplifica la noche, ascendente en el infinito. Y nada más.
Mis labios sellan el paso de cualquier pensamiento fugitivo. Desoigo los gritos de la ausencia y las pausas que la tormenta se toma como respiro. Y por eso callo. Omito. Espero sin hacer ruido.
Llegó la hora de que el mundo diga o cante. Y yo en silencio.
Cesa mi voz sin un suspiro final y me reservo la palabra.
Mis labios sellan el paso de cualquier pensamiento fugitivo. Desoigo los gritos de la ausencia y las pausas que la tormenta se toma como respiro. Y por eso callo. Omito. Espero sin hacer ruido.
Llegó la hora de que el mundo diga o cante. Y yo en silencio.
Cesa mi voz sin un suspiro final y me reservo la palabra.
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